Esto desembocó en un juicio, años después calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado, hacia ocho trabajadores anarquistas, en el cual cinco de ellos fueron condenados a muerte (uno de ellos se suicidó antes de ser ejecutado) y tres fueron recluidos.
Fueron denominados «Mártires de Chicago» por el movimiento obrero.
Aquel 4 de mayo de 1886, y luego de la explosión, la policía abrió fuego sobre la multitud, matando e hiriendo a un número desconocido de obreros. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda, y en los días siguientes se detuvo a centenares de obreros, los cuales fueron golpeados y torturados.
En la actualidad, conmemorar el Día del Trabajador tiene un significado especial porque recuerda una jornada de lucha histórica de los trabajadores en busca de condiciones de vida y de trabajo dignas. Rememora también las injusticias sociales y laborales que aún perduran.